Nuestras Necesidades

La plataforma del altar es demasiado grande y ocupa más espacio del necesario, no dejando suficiente espacio para que nuestros músicos se coloquen a los lados del altar y poder guiar mejor a nuestra parroquia con cantos de adoración y alabanza.
Nuestro altar de madera es demasiado grande y no lo suficiente reverente y digno de la mesa de Nuestro Señor como deseamos.
El tabernáculo es antiguo y secundario de otra era que no es el punto focal y prominente que sostiene el Cuerpo de Cristo como debería ser.
Los retablos, o el fondo del altar, son viejos y anticuados contra una pared de ladrillo opaca y poco atractiva.
El piso de la iglesia tiene más de 20 años y está desgastado.
Nuestro sistema y accesorios de iluminación incandescentes de la década de 1970 son demasiado tenues y cada vez más caros de operar y mantener.
Nuestros bancos están viejos, rayados, sucios e incómodos. Hemos investigado opciones y se nos ha informado que no se pueden restaurar razonablemente.

Nuestras estaciones del Vía Crucis son demasiado pequeñas y no se pueden apreciar para interpretar más fácilmente lo que representa cada estación.
Además, nuestras estatuas son de la década de los 70; específicamente la de nuestro Santo Patrono, San Carlos Borromeo, y la Inmaculada Concepción, son antiguas, desgastadas y no son inspiradoras como deberían ser.
Por último, nuestra creciente comunidad de habla español debe tener un trato apropiado para la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, y, para nuestra comunidad filipina, un nicho para la estatua del Santo Niño.
La fuente bautismal es un recipiente colocado en una mesa junto al altar, casi oculto o fuera de vista, en lugar de estar en un lugar permanente y como símbolo prominente de bienvenida a nuestra fe Católica.

El antiguo piso en el vestíbulo (o entrada de la iglesia) y nuestros baños muestran su edad. Están desgastados y deteriorados.
Nuestros baños no son de fácil acceso para personas con andaderas y sillas de ruedas, lo cual es un agravio a nuestro sentido de justicia social, así como a los requisitos actuales del código de construcción.
Tanto las puertas interiores como las exteriores de nuestra iglesia no pueden cerrarse correctamente, y no todas tienen barras de seguridad y herrajes aprobados por la ADA que permita el escape en caso de emergencia.

Nuestro estacionamiento, el asfalto, se agrieta continuamente creando un efecto de ondulación. Una vez que las grietas se convierten en hoyos, el costo de la reparación aumenta dramáticamente.
El acceso a la iglesia, desde el estacionamiento, no tiene rampas o pendientes apropiadas para recibir fácilmente a nuestros feligreses y visitantes discapacitados.